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Te confieso como pasé de amargarme a disfrutar más de mis experiencias

Te confieso como pasé de amargarme a disfrutar más de mis experiencias


“Es que tu no tienes idea”, es que si vuelvo a escuchar ese comentario, soy capaz de aventarle a la persona que me lo diga lo que sea que tenga a la mano.


No te pasa que hay palabras o frases que te dicen que te hacen transformarte en Hulk o tu versión oscura, que te sacan de quicio, que te ponen mal. Y por más que trato de aplicar el ejercicio de, ¿qué otra cosa puede significar esto?, a veces de verdad, es superior a mi.


A final de cuentas, que arreglo enojándome, sólo me siento mal, me lo tomo personal, trato te justificarles y de justificarme que si tengo idea, que no soy tonta, que si lo se. O me enredo en querer entender lo que me quisieron decir, pero desde la necedad de querer tener la razón, de estar bien. Y esto no resuelve nada.


Te cuento que acabo de descubrir algo que te quiero compartir que me ha ayudado a cambiar esto.


Todo tiene que ver, por una parte, con el lugar en el que pones tu atención. En qué decides enfocarte y el significado que eliges darle a eso en lo que te estás enfocando. Por otra, en el estado físico en el que te encuentras, si estás cansada, estresada en un estado emocional malo.



Yo me caché por ejemplo, reaccionando totalmente diferente ante la imagen del cuarto de mi hijo todo desordenado cuando estaba cansada o estresada, que cuando estaba feliz porque acababa de regresar de estar con mis amigas o de compras.


Empieza por percibir tu estado físico y emocional para saber si esto no tiene que ver con la forma en la que estas viendo o viviendo algo.


Lo segundo, es identificar el lugar donde pones tu atención, porque ahí es a donde van a ir tus emociones, es lo que vas a sentir.


Si abro la puerta del cuarto de mi hijo y me enfoco en todo lo que esta tirado, lo siguiente es darle significado a lo que estoy viendo.


Puedo irme con el guion de siempre, con lo que se ha hecho un hábito que es pensar que mi hijo es un desordenado, que nunca recoge y por lo tanto yo soy una mala mamá que no le ha enseñado o le ha dado seguimiento, lo que me va a hacer sentir frustrada, molesta, insatisfecha.


La decisión siempre va a ser nuestra, el enfoque y el significado dependen exclusivamente de nosotras. Cada quien decide si se quiere quedar con sus mismas emociones y los mismos resultados, o podemos cambiar nuestro enfoque y el significado que le damos a lo que vemos.


¿Qué pasaría si en lugar de poner nuestra atención en lo que está “mal” en lo que no cumple con nuestras expectativas, en lo que se sale de los “deberías” y “tengo que”, nos fijáramos en lo que si hay, en lo positivo, en los avances y con esto cambiáramos el enfoque y el significado?


Cuando abro la puerta del cuarto de mi hijo, me estoy entrenando para fijarme en los cuadernos abiertos en el escritorio, en las cosas que dejó en el piso, en la ropa que dobló y dejo en el sillón y pienso que esta estudiando, que está estaba jugando, descansando de todo lo que tiene que hacer de la escuela y que está empezando a aprender a ordenar su ropa.


Si decido decirle algo, ya no va a ser para evidenciar lo que pienso que esta mal para mi, sino para resaltar las cosas que esta haciendo bien. Esto facilita la comunicación asertiva y permite que la otra persona sea más receptiva a escuchar y atender nuestras necesidades.


Estoy decidiendo cambiar mi enfoque y por lo tanto mi experiencia y emociones ante una situación.


Recuerda que somos muy dadas a usar palabras como nunca, siempre, jamás y los significados y emociones ligadas a estas palabras, nos dejan muy poco que hacer para tener una mejor comunicación y menos para sentirnos mejor. Quien escucha estas palabras se siente etiquetado y se prepara para defenderse, no para escucharte.


Cuando adjuntas una palabra a una experiencia estas creando esa experiencia, la estas bautizando con el nombre que decidas darle.


Si yo decido pensar que cuando me dicen “es que tu no tienes idea”, me están diciendo que soy tonta, que no se, o que no puedo, la emoción no va a ser positiva y la experiencia menos.


Aplicando lo que te estoy compartiendo hoy, me di cuenta que mi reacción era en automático, era ya un hábito mío reaccionar de esta forma ante este comentario. Desde cuando empezó, no me he puesto a investigar, pero lo que si se, es que no necesito seguir reaccionando así porque no me sirve a nada.


Puedo elegir no enfocarme en pensar que yo estoy mal y cambiar lo que siento, aquí aplica perfecto; “yo soy responsable de lo que digo y tu de lo que entiendas”. Yo decido responsabilizarme de lo que estoy escuchando y atender mi necesidad o mi carencia.


A partir de hoy cada vez que escuche ese comentario, voy a elegir pensar que quien me lo diga lo hace para protegerme de las cosas que yo no se y que me podrían lastimar, porque efectivamente yo no lo se todo, ni tengo por que saber todo, para eso vine a este mundo para aprender.


Si así lo decido, y el tema me interesa, en vez de molestarme, puedo elegir darme a la tarea de investigarlo mas para tener más idea de lo que sea que me estén hablando.


El hecho de cambiar las palabras que usas, cambiar tu enfoque y el significado que le das a las cosas es una de las mejores herramientas para empezar a cambiar tus experiencias. Lo puedes aplicar a cualquier área de tu vida y vas a empezar a ver cambios casi en el momento.


¿Qué puedes hacer para empezar a usar esta herramienta para rediseñar tus experiencias?

  1. Identifica cuáles son las palabras o frases que disparan emociones negativas.

  2. Identifica dónde estás poniendo tu atención cuando tienes emociones negativas

  3. Piensa a dónde tiene que ir tu atención y qué palabras pueden sustituir las cosas negativas que te dices.

  4. ¿Qué cosas puedes hacer para recordarte que estás en proceso de romper un hábito y que eso no quiere decir que tu forma de ver las cosas va a cambiar al primer intento?

  5. ¿Cuándo vas a empezar a tomar acción para transformar tus experiencias a través de cambiar tu enfoque y vocabulario?

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