¿Cómo le enseño a mi hijo a ser el mismo?

El tema de la autenticidad es un tema complejo, los seres humanos vamos por la vida buscando ser únicos u originales, pero muchas veces acabamos cayendo en copiar a otros por miedo a expresar quienes somos, a no ser aceptados o reconocidos y nuestra autenticidad no sale a relucir.

¿Qué podemos hacer para fomentar la autenticidad en nuestros hijos?

1. Deshazte de la auto decepción. Como ya hemos dicho, el trabajo siempre tiene que empezar por nosotros. Tienes que ser primero que nada honesta contigo misma para que tus hijos identifíquen lo que es ser auténtico. El ejemplo arrastra. Si les enseñas con el ejemplo a ser emocionalmente honestos y evitar el autoengaño, si tú te sabes escuchar y expresas tus verdaderos sentimientos y esto es lo que te mantiene en el camino correcto para conseguir lo que realmente te hace feliz, tus hijos te van a seguir y van a aprender de lo que tu les modelas.

2. Sé honesta. Cuando tu cuando te hijo te pregunte algo responde con honestidad. Las respuestas que les des, serán apropiadas para su edad y el nivel de entendimiento, pero cuando no eres auténtica estás subestimando la habilidad de tu hijo para entender lo que es verdadero y lo que es falso y les estás enseñando que no hay que ser honestos.

3. Habla de ti. Cuando quieras explicarle algo a tu hijo usa ejemplos de tu niñez. A los niños les gusta escuchar tus experiencias y cómo te hacían sentir cuando eras pequeña. Cuando las dices de corazón les ayuda a entender mejor quién eres y saber que su situación es normal.

4. Modela la los valores. Habla con tus hijos acerca de los valores y su importancia. Recuerda que para que se convierte en un valor tienes que vivirlo, no se trata solamente de hablar de el. Hazle saber que es más importante vivir un valor, que el castigo que puedan tener por un mal comportamiento. Tienen que sentirse seguros de que es más importante ser honestos que cubrir sus errores. La honestidad requiere valentía y ser vulnerables, evita juzgarlos, valora y motiva la honestidad más que la falta.

5. Ejemplifica emociones. Pueden leer o ver películas juntos, o cosas donde se muestren rangos de emociones diversas. Busca historias apropiadas para la edad que toquen temas difíciles. Los niños aprenden mucho de las emociones al verlas y cuando tú te sientas con ellos para discutirlas y para que puedan externar sus preocupaciones o sus inquietudes basadas en lo que están viendo en alguien más. Esto les enseña a ser empáticos y a no tener miedo de hablar de estos temas.

6. Aprende a reconocerlos. Cuando hagan algo bien, es más importante que te enfoques en la calidad de lo que hicieron, no en la cantidad, lo que se puede traducir en calificaciones en estándares, etc. Enfócate en resaltar el proceso o el esfuerzo que hicieron no el resultado. Cuando te enfocas en el esfuerzo los niños entienden que lo más importante es la perseverancia, el conseguir las herramientas para lograr algo y no el tener ciertas habilidades con las que pueden haber nacido o no.

7. Evita los halagos automáticos. Evita que las tareas más fáciles se conviertan en el foco de atención para expresar nuestra admiración por ellos. No los felicites por todo.

8. No los compares. Esto va de la mano con enseñarles a no compararse con otros. Nadie es o puede ser el mejor en todo, pero siempre podemos mejorar y siempre podemos ser una mejor versión de nosotros mismos. Evita que tu hijo este buscando siempre competir con otro, más bien aliéntalo a reconocer su esfuerzo y sus capacidades.

9. Destaca su originalidad. Empieza por ti, se auténtica y diferencia entre lo que es importante para ti. Cuando des tu punto de vista empieza siempre con las palabras “para mí”, porque esto especifica que lo que estás entendiendo de cierta situación se basa en tu experiencia y tus expectativas, que no necesariamente son las mismas que las de tu hijo.

Cuando haces esto tomas en cuenta su experiencia y creas un espacio de confianza y respeto que les ayuda a reconocer y apreciar sus propias experiencias y opiniones además de que también abres el espacio para un diálogo donde sus puntos de vista tienen un lugar y son escuchados.