10 consejos para que tus hijos jueguen
El juego es uno de los mejores aliados de un niño para poder aprender resiliencia, para lidiar con el estrés y para hacerse conscientes del mundo que lo rodea. Un niño que juega tiene habilidades muy diferentes a las de un genio matemático.
El juego los ayuda a desarrollar su autocontrol. Cuando están siempre luchando por conseguir buenas calificaciones, reconocimiento de los padres o premios es muy difícil entrar en contacto con lo que está pasando con ellos, esta habilidad se puede desarrollar a través del juego.
Los niños necesitan espacios seguros y la confianza para crear, para descifrar las cosas por su cuenta y para resolver sus problemas
El juego con otros niños les ayuda a manejar el estrés que se puede generar por roces o conflictos y la única manera desarrollar resiliencia es enfrentando este tipo de situaciones.
El juegos puede ser usado para mejorar habilidades, en especial las de adaptación y resolución de problemas.
Te invito a aprovechar este tiempo que tienes con tus hijos. Permíteles jugar en la modalidad que ellos elijan: solos, con amigos de su edad, con niños de otras edades o contigo.
Te dejo 10 consejos para disfrutar del juego:
1. Desconéctalos. Empieza por apagar la televisión y demás aparatos electrónicos. La imaginación es el ingrediente esencial para que el tiempo de juegos tenga un efecto positivo y los aparatos electrónicos ocupan su espacio.
2. Crea un entorno enriquecedor. Trata de que haya una variedad de materiales que estimulen sus sentidos, esto ayuda a mejorar la activación cerebral a lo largo del juego.
3. Conéctalos con el arte. Permíteles que tengan a la mano materiales que incentivan la creatividad de forma espontánea. No hay nada mejor que el arte para incentivar y echar a volar la imaginación Los cerebros de los niños crecen al crear arte. Déjalos que hagan lo que quieran no les enseñes cómo hacerlo dales la libertad de expresarse.
4. Que exploren. Déjalos que exploren su mundo interno. El contacto con la naturaleza es el mejor lugar para hacer esto, pero si no tienes un jardín o la oportunidad de que esten al aire libre, busca espacios seguros donde tengan la libertad para echar a volar su imaginación y se diviertan.
5. Que jueguen con libertad. Sin culpa, no te necesitan como guía ni necesitan de juguetes específicos. Entre más controlen ellos sus juegos, usen su imaginación y lo hagan por sí mismos es mejor. No te sientas culpable por darles tiempo extra para jugar. Jugar de más no hace daño. Y más cuando no tienen otras actividades.
6. Participa en sus juegos. Si te invitan a jugar, tienes que ser 100% genuina en lo que haces. Permítete volver a tener la edad de tus hijos, déjate guiar por ellos, vuélvete como ellos. Un rato jugando con ellos vale más que cualquier juguete que puedas comprarles.
7. Respeta su juego en solitario. Déjalos jugar solos, no te sientas mal porque tu hijo no quiere jugar con nadie o quiere jugar a solas. Este tipo de juego es muy importante para ellos, les permite procesar nuevas experiencias conflictos y eventos de su día a día. Pueden recrear lo que pasa en su mundo y los ayuda a desarrollar sensibilidad hacia la fantasía y la imaginación.
8. Inventa juegos nuevos. Escucha cuáles son sus inquietudes y ayúdalos a inventar nuevos juegos. Pueden ser carreras de obstáculos, pueden hacer una casa de terror usando sábanas en tu casa, pueden jugar al circo, pueden inventar que están en la selva y que son exploradores. Escucha qué necesitan y ayudales a facilitarles los materiales o los espacios para que puedan jugar a lo que ellos decidan.
9. No intervengas. Evita intervenciones rápidas, no te apresures a juzgar con rigor otros niños y trata de no intervenir antes de tiempo sin darte tiempo de observar lo que está pasando en realidad. Dáles la oportunidad y el beneficio de la duda a tus hijos de que pueden resolver conflictos o malos entendidos por si mismos, no te apresures a proteger a tus hijos de los demás. Cuando los niños aprenden a lidiar con niños difíciles esto les enseña autocontrol y resiliencia.
10. Déjalo ser. Déjalos hacer cosas por su cuenta, no quieres saltar a rescatarlos a la más mínima señal. Permíteles enfrentar y resolver retos o problemas por su cuenta. Recuerda, que ellos están jugando. No conviertas el juego en una lección de adultos si no es realmente una situación donde su seguridad se vea comprometida.
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